XLVI
Paseando por la húmeda ribera
de un cristalino y caudaloso arroyo,
escucho a la oropéndola, de pronto,
entonar su canto de primavera.
Denodadamente, tamborilea
el "Pito real" un añoso tronco,
y un cernícalo sobrevuela el soto,
avizorando alguna incauta presa.
Una intermitente brisa orea
los retoños foliares de los chopos,
y, oculto, entre la intrincada maleza,
un ruiseñor da un recital sonoro.
Recibiendo el tibio aliento en mi rostro,
me siento, de un recio álamo, a la vera.
¡Qué hermosa está la tarde, tan serena!
"Víctor de Castellar"